lunes, 13 de octubre de 2008

LA ECUACIÓN DE LAS LENTEJAS


La cocina de palacio hierve desde primera hora de la mañana. Los mejores en su especialidad, los artistas de los vegetales y el pan, de las setas y los pescados, de los postres y la chocolatería, alquimistas, científicos, gastrónomos y restauradores del mundo entero, han unido su talento para preparar el mayor banquete de la Historia.

Todos visten de negro, están serios, con delantales y gorritos que darían risa. Preparan sus manos entre acero inoxidable, oliendo a madera, a bodega, viendo el bosque más allá de la cristalera, el mar a los pies del acantilado. Temprano recogieron la materia prima, hongos y frutos silvestres, hortalizas de colores, peces plateados, algún incauto animal de granja. Decoraron las mesas con composiciones florales silvestres, con ramitas y humildes tallos que asesinaron con mimo en el jardín cercano. Esperan una señal, un movimiento de cabeza como presagio de que todo saldrá bien. El director de la orquesta se ha subido al pedestal, anota aquí y allá, sigue la sinfonía mental que escucha entre sus oídos y espera poder trasladar a la tropa remangada.

Las ollas borbotean, las sartenes chisporrotean, los hornos humean. Gentes van y vienen sin rozarse, sin mirarse, en un ballet extravagante en blanco y negro. Hojas de afilados cuchillos trocean hasta la invisibilidad las materias que servirán de acompañamiento. El puchero convive con el ordenador y el microscopio. Se cuentan tiempos de cocción, se examinan estrucuras moleculares, Einstein probando la sopa, mirando como pasa del estado sólido al gaseoso sin reposar en el líquido.

Cosas que no son como son. Quieren engañar a la vista y al gusto, disfrazar los alimentos en un carnaval efímero, un número circense presto a caer en el olvido.Han sido años de trabajo, de camino para llegar aquí, hasta el nitrógeno congelado y los sorbetes de algodón. Vuelta y vuelta, humo, sudor retenido en el reino de la pulcra vanguardia.Nadie habla, sólo se oye el siseo de las herramientas, el roce de los pasos sobre el mármol.

Pinzas colocan los ingredientes en los platos, precisión de un relojero, de un desactivador de bombas. El bisturí y la palita de plata para construir una arquitectura vitamínica. Cada elemento en su lugar exacto, formando un cuadro impresionista que gana desde lejos. Espolvoreado, crujiente, envolvente. Harina seleccionada con el justo punto de levadura y el horneado perfecto. Hay olores y crepitaciones que no se olvidan jamás. Un laberinto flotante se eleva sobre sus cabezas. Es la hora.

El jefe de camareros aprieta el botón que le concederá permiso para abrir las puertas del paraíso. Guantes sostienen platas al final de unos brazos pegados al cuerpo. Las pajaritas tiemblan de emoción mientras el director autoriza que comience el desfile, con su lánguida mano bañada en lágrimas.

5 comentarios:

Rubentxo dijo...

Curioso experimento de cocina creativa o de literatura gastronómica.
Qué bien escribes, granuja (con perdón y mis mayores respetos, por supuesto).
Pasaré a releer, con tu permiso.
Saludos.

Anónimo dijo...

Bien planteada la ecuación con las variables tradicional y experimental. Pena que no la resuelvas, me gustaría verte despejar la incognita. Sin duda eres hombre de Forma.

Rubentxo dijo...

RETO:
Buscando información sobre las aves del parque, he encontrado este concurso literario sobre la Laguna de Gallocanta:

http://www.escritores.org/recursos/yh1008.htm

El plazo vence el 31, un poco justo de tiempo... Mi propuesta es presentar un relato Berbi, tú y yo y ver si cae la breva. Puede ser divertido, aunque no ganemos.
Saludos.

JALOZA dijo...

Una pena que el plazo sea tan corto. De todos modos, podemos mirar algún otro concurso y presentarnos los tres a copar el podio...jojojo

SALUD

Rubentxo dijo...

Lo del podio es lo de menos: pero escribir sobre un tema para concurso es como escribir por encargo. Tener la libertad limitada hace que consigas (al menos a mí me ocurre) centrarme en algo concreto y no divagar. Como tiendo a la dispersión...
Es un buen ejercicio.

Saludos.
Otra vez será.