martes, 1 de enero de 2013

SENTADO EN UNA SILLA HELADA


"Una silla helada es una silla vacía. De la misma forma que la silla, los muebles, los objetos, solo adquieren carta de naturaleza cuando se los honra con un uso, con una funcionalidad, con la prestación de un servicio a su propietario o su poseedor ocasional, las personas, los demás seres vivos, los lugares, los acontecimientos, solo existen cuando son nombrados, cuando se les bautiza con una palabra o un conjunto de ellas que los define y los contiene, que les permite ser reconocidos y comprendidos como tales con apenas una referencia... En esa sala de espera emocional, con casi toda probabilidad eterna, comida de telarañas, abandono y suciedad, de la que no parten y a la que no arriban transportes a través de los cuales huir del vacío para llegar a la vida añorada, soñada, sentida, en la que las víctimas colaterales de los avatares de la fatalidad permanecen varados sin esperanza ni consuelo, es donde José Antonio Lozano reúne su personal colección de fantasmas y amigos literarios, todos ellos en tránsito, a caballo entre dos realidades o incluso entre dos mundos, en busca de algo inmaterial, extraviado o soñado, perseguidores de lo que quizá desconocen y que sospechan o intuyen inaprensible, cuyo valor real, cuya importancia decisiva, no es posible entender ni descifrar. Una búsqueda sin gloria, sin futuro, sin éxito posible, en la que a menudo a estos personajes les aguarda su ruina o la de otros".



Del Prólogo de Alfredo Moreno Agudo para Sentado en una silla helada.


A ver si la sacamos del congelador...