martes, 28 de diciembre de 2010

10.000 VISITAS

Estamos a punto de llegar a esa bonita cifra. Empezamos un 13 de julio de 2008 y aqui estamos. ¿Quién será el afortunado? ¿Os acordáis de lo del turista un millón? Pues algo así salvo que ahora no habrá viaje de regalo a Mallorca.

Lástima que no cuenten ni la mitad, ni la cuarta parte... Muchas "visitas" son de gente que pone en su buscador favorito palabras como "culo", "falda", "sexo" y similares. Alguna cosica de las que escribí contienen esos términos o parecidos. Lástima. Muchos de los visitantes ni saben que lo han sido, no repararon en mi existencia, la maquineta de contar no es tan astuta.

Seguramente el principal visitante he sido yo, quien, pese a intentar entrar de puntillas y sin hacer ruido, me temo que ha dejado su huella en el contador. No puedo olvidarme ahora del seguidor de Mountain View, o lo que sea, que se suele dejar caer por aquí de vez de cuando y que sigue estando en el anonimato a pesar de mis mensajes lanzados en botellas.

A los buenos los tengo más que localizados, los que han sido tan generosos de dejarme sus comentarios, animándome con ello a seguir en el empeño de contar cosas, al menos intentarlo pues me temo que soy de poco contar. Sepan esos visitantes que mi casa estará siempre abierta para ellos en noches como ésta en las que apetece acercarse al calor de la chimenea.Y que no los cito por el temor al injusto olvido.

Bueno, os dejo, tengo que espiar el contador. Quién sabe si a lo mejor ya ha caído la víctima 10.000 y está atrapada en el cepo rogándome que le deje marchar, que sólo pasaba por casualidad.

Total10,000

educaragon.org 8:09:34 am 1 0:00

Y aquí os dejo al ganador. Uno que madrugaba y pasó por casualidad.

sábado, 25 de diciembre de 2010

NAVIDAD 2010

Estaba a punto de desempolvar el ácido relato de todos los años cuando llegan estas fechas. Otra vez. Dadle las gracias al "¡Calla, tonta!", de Pilar Aguarón, de que no lo haya hecho.

Me he despertado pasadas las nueve, llevaba seis horas y media durmiendo, últimamente con eso parece que tengo bastante. Puede que haya sido la vecina de arriba que madruga muchísimo aunque no tenga nada que hacer, sus zapatillas de tacón restallan por toda la casa y ya no hay manera. Hacía frío. Es Navidad. La ciudad parece dormida, nada escucho desde la cama si descontamos los pasitos de mi vecina. Me vuelvo del otro lado y cierro fuerte los ojos. Entonces oigo el clic del termostato, la casa está a 17º C y la maquinaria del agua caliente se pone en marcha para darnos calorcito. Me levanto para terminar con el estrépito de los radiadores, no son horas, mi familia duerme y quiero que siga durmiendo. Vuelvo a la cama y sé que ya no me volveré a dormir. Las campanas de la torre me dicen que ha dado la media y pienso que algún año debería tomarme las uvas asomado a la ventana. Me levanto.



Me he puesto los calcetines, he buscado mi gruesa bata verde y no la he encontrado en la percha. Mi mujer se quedó dormida en el sofá pese a la hora en que volvimos a casa después de la cena familiar. Le gusta taparse con ella y sé dónde tendré que ir a buscarla. Vuelvo la puerta tras de mí y hago lo mismo con la del niño después de arroparle. En el baño me traspasa la luz como si me clavaran alfileres en los ojos. Así son las viejas casas y sus grandes ventanales. Al salir veo que Papá Noel ha hecho su trabajo y debajo del arbolito ha dejado unos cuantos regalos bien ordenados. No recuerdo haber oído ningún ruido, todavía no sé cómo lo hace. Decido no levantar la persiana del salón para no molestar y con el libro entre mis manos me dirijo a la cocina.



He pensado que sería una buena idea acabármelo mientras espero que la casa se desperece. Me siento en el taburete y abro un batido de chocolate para desayunar. Lo tomo del tiempo desde hace años, frío en esta ocasión, para que no me dé la tos. Desde la puerta de la terraza veo que la calle está vacía y que sólo el viento se ha decidido a pasear y remover las ramas desnudas y golpear las persianas bajadas. Ya en la cama andaba dándole vueltas a los relatos que empecé a leer, hace poco más de treinta horas, en el centro comercial donde habíamos quedado con unos amigos. Me parecía un buen momento para terminarlos.



En la página 135 me querían contar la historia de Juan Irineo. Luego vino la puerta mágica de Luisito e Íñigo. Poco después una historia breve. Y problemas con las tragaperras, el funeral de D. Malaquías y las sandalias, una caja de galletas canadiense, un par de cuentos de Navidad con suicidio y un sin techo, las natillas de Franco, la soledad en el Miguel Servet, familia, papel, café, invierno, seductor, doce palabras, Nayaf, otra vez, la increíble historia de Jonás y se acabó. Cerré el libro y me quedé mirándolo entre las manos, saboreándolo como me pasa a veces, viendo el dibujo de la mirada triste de la autora que apoya la cabeza en su mano izquierda.



He escuchado voces en la escalera que no he sabido identificar, extrañas en los rellanos semivacíos, en la casa de al lado no vive nadie, abajo la viejita que inspiró El abrigo rojo imagino que se consume en algún convento... El ascensor se para y alguien arrastra una bolsa que bien pudiera estar llena de regalos. Me gusta el silencio y en esta mañana cualquier sonido me molesta. Son casi las diez y media, no tengo nada que hacer. Me siento extrañamente feliz. Pienso que podría intentar escribir esta sensación pero decido que no lo haré, me basta con imaginar que lo hago.



He abierto la puerta lentamente y me he quitado la bata verde. Me meto en la cama con los calcetines puestos, como cuando era pequeño. Busco su cuerpo y me abrazo a él. Es Navidad.

miércoles, 27 de octubre de 2010

MAMARRACHADAS

Llevo años mirando, de día y de noche, a veces porque estoy despierto y otras porque dormido sueño que sigo mirando, llevo tanto tiempo haciéndolo que ya no sé qué hacía antes ni siquiera si sirvo para otra cosa, suponiendo que sirva para mirar aunque creo que sí.

Miro y hablo poco, apenas actúo, se me va el tiempo en mirar y en callar, en observarlo todo con detenimiento y adelantarme a lo que pueda llegar a ocurrir. Se me da bien pasar inadvertido, tengo una de esas caras a las que nadie presta atención, el típico asesino al que nadie declararía culpable en un juicio popular, parezco un buen chico, seguramente lo soy, y aunque tengo un físico excesivo debajo de este abrigo y el impecable traje gris marengo, ni siquiera repararías en mí tras chocar conmigo al volver la esquina.

Mirar y callar, ser la sombra a dos pasos de distancia, fijarse en la gente, en los coches, en la gente que va en los coches, en las bicicletas, en los dependientes de las tiendas, los conductores de los autobuses, el niño que resbala, la madre que habla por teléfono, el cliente que entra en el bar y el ciego que vende los cupones, en los amigos a los que no puedo saludar y que no se atreven a hablarme, en los que bajan del autobús, en el obrero de la zanja, el que pone la gasolina, mirar y callar un día sí y otro también, algunas noches mientras los demás se divierten, casi todas las noches en las que no puedo dormir, mis ojos se han acostumbrado a no descansar, a fijarse en todo y en todos, en los coches que no frenan, en los que pasan a mi lado, en los pacientes de la consulta del médico, los que van a los toros, los que salen del cine con cara de aburridos, los que parecen buenos chicos y los que llevan el peligro escrito en el cráneo, no perder detalle del vecino en el ascensor, del vendedor de enciclopedias, de la señora de la limpieza, del que te pregunta por una calle y te despista un momento, mirar para seguir viviendo, para evitar que mueras, que te maten.

A veces pienso que soy como aquél que buscaba una mirada, lo leí en un libro o lo vi en una película, como aquél que podía ver un rostro mañana, estoy seguro que lo leí en algún sitio. Me siento como un personaje, puede que lo sea y que todo esto no lo esté escribiendo yo ni contándotelo a ti que seguramente no te importa. Me gusta asomarme a la ventana y sigo mirando ahora que no es necesario, que nadie me paga por ello, ahora que nada está en peligro. Mi vida es la de los demás, paso tantas horas hacia fuera que casi no me conozco, no tengo tiempo y pese a que me fotografío en el espejo por el gusto de seguir viendo y de que no se me olvide quién soy , seguramente si me cruzara conmigo en una pasillo ni me daría cuenta. Mi trabajo es mirar. A otros les pagan por hablar o por escuchar o por tocar. El mundo está lleno de mamarrachos.

Mañana volveré a salir, a cambiar de itinerario, a notar el roce de la pistola en las costillas, a mirar debajo del coche, a volver la cara a cada instante, a vivir la locura de la prisa, el miedo a fallar, seguiré espiando desde el coche, viendo sin ser visto, respirando muy despacio, manteniendo la tensión del boxeador antes de buscar la lona, antes de saltar desde la azotea. Y un día, y otro, y otro más. Esperando a que me mates o lo haga yo primero, como en una partida de ajedrez jugada sólo por dos peones.


lunes, 18 de octubre de 2010

NARRATIVAS



En el número 19 de la revista han tenido a bien incluir un texto de este juntaletras esporádico.


Gracias al equipo y a Carlos Manzano en especial.

http://www.revistanarrativas.com/

sábado, 16 de octubre de 2010

LA TELE







Este texto aparecerá, próximamente, en el libro Sentado en una silla helada.  Seguiremos informando.



A LA VENTA EL 23 DE ABRIL DE 2013.

En la caseta de la editorial Certeza, Día del Libro. Paseo Independencia de Zaragoza.

PRESENTACIÓN 24 DE ABRIL. 19H30. BIBLIOTECA DE ARAGÓN (Doctor Cerrada,22)

A cargo de Javier Aguirre y Alfredo Moreno. Conduce el acto, José María Morales.

viernes, 1 de octubre de 2010

lunes, 6 de septiembre de 2010

PERROS FELICES 2005-2010

A Javier Hernández




Había salido un instante a comprar el pan, justo quince minutos mal contados y ese fue el momento que eligió la cartera para llamar a mi puerta. Un papelito en el buzón me avisó de su visita, Correos me invitaba a recoger el envío de Javier Hernández. El cedé Perros felices 2005-2010 se resistía a estar entre mis dedos.

Y es que era la segunda vez que me pasaba. Días atrás tampoco me encontraba en casa, normal pues entonces no estaba de vacaciones, y también me dejaron el papelito ausente. En verano todo es muy raro, empezando por los horarios, y por eso se me pasó el plazo de recogida y el preciado envío volvió a su remitente. “Perdona tío”, le escribí a Javier, “te hago otra transferencia y me lo mandas de nuevo”, algo avergonzado. Por fin ya tengo el cedé conmigo, lo he escuchado cuatro o cinco veces y maldigo los días que perdí sin él.

Os contaré que todo surgió del blog Perros felices, el que se dedicaba a hacernos las horas más cortas esperando el regreso de nuestros músicos favoritos, los descendientes de Surfin´Bichos tras la desaparición de éstos hace un montón de años, allá por 1994 con El amigo de las tormentas. Sus componentes crecieron y se multiplicaron embarcándose en otros proyectos con los que todos nos curábamos las heridas. Javier recopiló toda la información y nos ha ido manteniendo al día de las noticias sobre el colectivo perruno. Impagable su trabajo. Y tras lo que ha hecho con el recopilatorio de inéditos y rarezas para celebrar el quinto aniversario de su página, no podría abonar la cuenta ni en tres vidas trabajando a destajo en cualquier empresa del metal.

Me emocioné con la dedicatoria del libreto pues es verdad que habíamos esperado bastante tiempo y no es menos cierto que estas canciones significan mucho para todos nosotros. Me siento parte de una familia muy especial. ¿Cómo entré a formar parte de ella? Pues fue hace muchos, muchos años y, aunque creo que ya lo he contado, hoy me apetece decírmelo otra vez.

Rondaría el año 1992 y yo andaba intentando acabar los estudios en la Facultad. Por cierto, ahora que pienso, esta noche he soñado con un compañero al que no veo desde entonces y del que seguro nunca más sabré nada. Coincidencias. Vestía de negro e intentaba moverme por los ambientes modernos de mi ciudad, oyendo la música que no ponían en la radio, abriendo mis orejas a otros mundos de la mano de los Héroes del silencio y todo lo que les rodeaba. Un grupo así en una ciudad de provincias marca la vida de cualquier joven, casi suena a disculpa pero no lo es. Me sigue pareciendo un grupo más que notable y luego se verá porqué.

Mi abuelo había muerto hacía unos meses y en la habitación que ocupaba en mi casa, la que había sido y volvió a ser de mi hermana, le sustituimos por una hermosa cadena musical que mis padres compraron junto a una gran enciclopedia si mal no recuerdo pues son muchos los años y mi memoria empieza a flaquear. El primer vinilo que compré fue A santa compaña, de Golpes bajos. Salió defectuoso y ni poniendo una peseta encima del brazo de la aguja lograba que dejara de saltar y atascarse. Hubo que cambiarlo. Fui con mi hermana a la tienda y por una serie de avatares que os ahorraré terminamos con el primer disco de los Héroes bajo el brazo. Me enganché.

Divagaciones al margen, no me he perdido todavía, terminé en poder de Fernando Alfaro y compañía porque en una radio local un locutor empezó a criticar a los Héroes poniendo como ejemplo de música de calidad a los Surfin. Eso me enfadó, desde Albacete algo que contar… En mi vieja radio sonó Fuerte y todo cambió. Un impacto que sigo recordando y una frase que me enseñó que estaba ante algo diferente: “En una nube bajo el mar”. El modo en que cantaba ese verso tan simple me hizo asomarme a la grieta. Pasamos a ser Hermanos carnales y luego vino El fotógrafo del cielo y su Dulce mal trago. El contagio fue inevitable.

Ahora sé que somos muchos los que padecimos esa enfermedad por aquellos días y que no estábamos equivocados. Surfin´Bichos ya están en los altares del pop español y el blog y el cedé que están motivando está parrafada, con perdón, son su celebración más evidente. Y es que Perros felices 2005-2010 es una joya que ya ocupa lugar destacado en el mueble donde guardo los 75 principales de mi colección. Ha ido a parar junto a los demás trabajos de la saga albaceteña desterrando a los pobres Vetusta Morla, no caben más.

Me gusta el diseño, la portada, el libro con letras, agradecimientos y créditos. Los dibujitos del chucho son lo más. Hasta el orden de las canciones me parece muy bien escogido. Debe ser muy difícil aunar a tanta gente en tan poco tiempo para lograr un resultado como el que tengo ante mis ojos y entre mis orejas. Conocía bien a buena parte del plantel de artistas colaboradores, a otros los había oído en alguna ocasión e incluso de alguno no tenía noticia. Tendré que recuperar el tiempo perdido y rebuscar en las tripas de internet para ponerme al día. Canciones inéditas y rarezas de coleccionista para gourmets de la cosa musical.

En la primera y acelerada escucha disfruté intentando filiar los sonidos con las épocas de los artistas que conocía, ligándolos la más de las veces y logrando la satisfacción de un erudito de concurso de televisión. Fue muy especial oír de nuevo a los Surfin, un tema desconocido para mí y que era un regalo metido en una botella arribando a una playa desierta. Algo así como encontrar una foto en la que sales en segundo plano con tu madre muerta hace poco tiempo, una carta manuscrita por la chica que te dejó hace varios otoños, como encontrar un mensaje en el contestador de una voz que creías perdida para siempre. Literatura, aléjate de mí.


En el primer corte, soy tan antiguo como los vinilos, la voz de Fernando subraya la inconfundible sonoridad de los Surfin´Bichos. Un tema de la última época cuando todo se estaba viniendo abajo. Mercromina aporta una canción que encaja perfectamente con el sentido del recopilatorio, cuando los años parecían veranos. Hicieron bien en guardarlo en ese sitio de la memoria. Chucho viene de la mano de la voz ronca de Alfaro, tan distinta de la de los inicios, incluso del final de la etapa anterior. El mundo de la droga, el ruido y la calma, te estuviste haciendo daño como cantaba en 78. Isabel León, Is, nos hipnotiza con su preciosa voz, casi como ella, y un piano lleno de clasicismo en una grabación casera. La echamos de menos mientras imaginamos una película digna de esa banda sonora. Esto es un 10 y buscas farmacias. Alfaro y los Alienistas nos devuelven a la tierra con su eterna guitarra, inconfundible en todo momento, y su imaginería religiosa con el Profeta Colilla que me hace recordar a la Familia Lagarto. La voz suena más débil, como en Carnevisión, un cigarro mal apagao que salió de un paquete arrugao. Por un momento nos acerca a una alegría mística adormecida por un coro de mineros soviéticos y recordamos las historias de horror de los judíos y la Guerra junto a los fantasmas del theremin.

El siguiente tramo, un-dos-tres, se abre con Burrito Panza y menudo hallazgo. Una corriente de aire en una galería mal ventilada. Me gusta la voz de Carlos Flan, la paz que transmite, la slide. Como aquel astronauta que buceaba en ti y ahora se transforma dulcemente en un extraño. Los acordes caen hasta llegar a dos notas hermosas, imposible explicarlo, cómo decirlo. Manta Ray. Luego Travolta y su piano adelantando lo que luego será Joaquín Pascual. Aquí llegué tarde, me costó entrar en su particular universo filosófico. Y con Gonzo otro sorpresón, la cosa va para sobresaliente. Espectacular instrumental. Flan, Sánchez y Mora al piano, mi bajista preferido al que parece que le sobran dedos. Un paisaje lento que pintaron con Mogwai, el interminable horizonte del oeste americano, otra perfecta banda sonora para los manchegos que cayeron en la telaraña del desierto. Albacete es como Nevada y Fernández Mallo untó de Nocilla la imaginación de una Generación. Qué decir de Joaquín Pascual y de su reciente proyecto en solitario que no se haya dicho ya.Ver autocita. Otra muestra de delicadeza sónica. Y la Segunda vedette con ganas de cargarse a la actriz principal. La voz de Carlos, otro más, Cuevas que nos cantaba aquello de Ana y su hermano gemelo mientras aporreaba la batería. Ha dado un paso adelante y de la mano de My Blodie Valentine nos hace alguna recomendación a tener en cuenta.

Tres. El festival se adentra en la recta final por los caminos menos transitados por mí. Campbell de Miguel Ángel Gascón, el certero guitarra de Chucho. Una voz como la de la mayoría, de ésas que no salen de ninguna academia, que cuenta una historia de amor sobre paralelos y meridianos. Órgano y palmas made in Surfin´Bichos. Un regusto rocker a lo Mas Birras. Redneck Cassanovas, Gascón de nuevo, se marcan otro instrumental de infarto. Otro 10. Paseamos por la frontera localizando para Robert Rodríguez mirando de reojo las curvas de Salma Hayek. Psicobilly, Surf, claro está, un poquito de jazz en un club que aplaude y un trocito de porno para culminar. Necesito un cigarrito. Walkman es la tercera pata del banco ahondando en los sonidos que me van arrastrando atado a un caballo desde hace un rato. Bailemos Calypso de la mano del Padre Karras haciendo un exorcismo. Javier Fernández, otro batería que se destapa como multiinstrumentista y que se marca un western que sabe a Almería y 800 balas. Las campanas tocan a muerto y el malo silba una canción. El fantasma wazzu baila flamenco en las palmas de Antonio Banderas. Honky Tonky Sánchez es el broche de oro, otra impagable sorpresa a pesar de los avisos de Javier que no supe escuchar. En su voz cabe el desierto de Sonora, los Monegros y cuatro años de secano en La Mancha. Tom Waits, claro, y el folk al que nunca presté mucha atención. Una historia y una letra para enmarcar. El comienzo de una bonita amistad. Nacho Vegas, Bunbury, las cerezas, México, los tristes perdedores que silban desafinando, las tormentas que dejan a Cristo en el fango, armónica para un dolor crudo y un perro que se aleja, un círculo que se cierra y lo explica todo, alguien debería hacer una tesis para ordenar las ideas, tantas conexiones no pueden ser casualidad.

Soy un perro feliz, hoy más que nunca, pudiendo disfrutar de este viaje en el tiempo, la memoria y el futuro. Tenemos delante una generación de talento no sé si irrepetible. Un colectivo quijotesco que luchando contra los molinos han escrito una de las mejores páginas de la música española de los últimos años.


jueves, 26 de agosto de 2010

LOS QUE NO BEBEN COCA-COLA

Este texto aparecerá próximamente en el libro Gente Abollada (Certeza. 2011). Rogamos disculpen las molestias y corran a su librería favorita en el momento que se indique. Gracias.

martes, 24 de agosto de 2010

DIOS OS BENDIGA

Una de las mejores noticias de los últimos años: La reunión, aunque sea ocasional, de dos monstruos de la música española de los últimos 20 años. Fernando Alfaro y Joaquín Pascual. Hace ya demasiado tiempo que nos dejaron huérfanos, hora es que volvamos a ser unos perros felices. 

viernes, 6 de agosto de 2010

MICRORRELATO HERALDO





Uno que nunca ganó nada, que nadie le dio una palmadita, que ni siquiera en un concurso de dos quedó finalista... se siente feliz al aparecer como aspirante a ganar esta semana en el Heraldo de Aragón. Mi madre estará orgullosa. Gracias a Sergio por su consideración.

Si esto fuera Eurovisión os animaría a que descolgaseis el teléfono y marcaseis mi número. Manda un SMS y muestra tu apoyo.



martes, 27 de julio de 2010

ÚLTIMO ASALTO (CHUPA, CHUPA MÁS FUERTE)

Este texto aparecerá próximamente en el libro Gente Abollada (Certeza. 2011). Rogamos disculpen las molestias y corran a su librería favorita en el momento que se indique. Gracias.

domingo, 25 de julio de 2010

DESAMORES DE VERANO (EP)

Cuando la luz se apagaba, los colores se volvían mates y los toldos se estremecían con el viento de poniente, revoloteaban las gaviotas confundidas entre el campanario y los cables de alta tensión. Amargo perfume, desolado momento camino de un recuerdo, sal que escuece amarilla en una foto despegada. Botellas vacías, el palo de los helados con un suspiro de chocolate, atardeceres fríos en días acabados, un mar ajeno que ruge en voz baja y vomita redes de plástico desmadejadas. Azul, triste, perdido, absurdo, relampagueante, sedoso, quebrado, amordazado, sucio, gris, tardío.

Entonces ella se marchó y se llevó todos los adjetivos.

El autobús muy pronto sólo fue un punto al final del camino. No pudo decir cómo se sentía, ni a qué sabían sus lágrimas, ni siquiera cuál era el olor de su pelo recién lavado. No se volvió a mirarle ni por un momento, de reojo, detrás de las gafas. También se llevó los sustantivos. El de mientras no obstante puntos suspensivos y conjunciones sin sentido. Gritar, llorar, correr, querer morir.

domingo, 18 de julio de 2010

CUENTETES.

En el día de hoy los amigos del DAA (Diario del AltoAragón para los no iniciados) han tenido a bien publicar otro texto de este humilde... (Ponga aquí lo conveniente).

Interrumpido el serial de El Abrigo Rojo por cuestiones de ajuste de espacio y tiempo, ellos no lo saben pero han inaugurado en sus hojas un nuevo género: El cuentete.

Todavía por definir, animo a los lectores a ello, quién sabe dónde nos llevará. Por lo menos a rodear un bocata de chope para un obrero de la construcción.


http://www.diariodelaltoaragon.es/SuplementosNoticiasDetalle.aspx?Sup=1&Id=640188

sábado, 17 de julio de 2010

RUBENTXO, EL ZAHORÍ.

Esto va camino de ser un blog musical. Os dejo un vídeo maravilloso de un grupo, otro más, que me ha descubierto el felizmente retornado Rubentxo, el de Canciones desde Palacio.

A modo de homenaje me sirve, por los buenos momentos que la música y alrededores nos han proporcionado, por el poder hipnótico y de evasión. Hay días que los círculos se cierran en el Mediterráneo, que todo se conecta y parece que cobra sentido. Disfruto buscando conexiones, encontrándolas a ratos, la buena gente, los artistas nos hacen más fácil la penosa rutina. Saltando en la rayuela a veces se toca el cielo. Y no importa nada más. Enigmático.

http://cancionesdesdepalacio.blogspot.com/2010/07/captatio-benevolentiae.html

lunes, 28 de junio de 2010

DIOS LOS CRÍA.

Después de unos días de vacaciones,  no he podido resistir la tentación de subir esta perlita. Hace un año, más o menos, me topé con Manos de Topo. Hace un mes, exacto, mi amigo Luis Borrás me enseñó a The New Raemon. Hoy me he sorprendido con esta versión.

Daría la falange distal del dedo currín de la mano izquierda por estar ahí.

¿Por qué todos los jugones sonríen igual?

sábado, 12 de junio de 2010

JANE´S ADDICTION. VEINTE AÑOS TARDE

Después de pasarme un rato por el Rock in Rio de la semana pasada, de la mano de La 2, y de ver las multitudes que se agolpaban para ver a Pereza, Bon Jovi, la sexy Shakira, Hannah Montana transformada en una rockera guarrona... ayer caí por casualidad en el mismo sitio y a la misma hora.

Sorpresa. Cartel compuesto por Cypress Hill, Jane´s Addiction y Rage Against the Machine. Esto ya es otra cosa. Público ni la mitad de la mitad. Cierto que parecía hacer frío y llovía, pero. Cuando apareció Perry Farrel, vestido de cuerazo negro sobeteando al también negro entrevistador, no puede apartar la vista de la pantalla. Confieso que nunca fui fan de los Jane´s, no les presté la atención que merecía y ahora me arrepiento. Sigo noqueado por la extraña atracción que estos tipos me provocaron ayer.

El histriónico Farrel, adjetivo repetido en su descripción pero que le va como anillo, el maestro Dave Navarro a la guitarra, la sorpresa de Duff McKagan (ex- Guns and Roses) al bajo, el impactante batería Perkins y las dos chinitas semidesnudas del fondo, compusieron una horita de puro rock and roll.

Nunca me gustó la voz del cantante pero al verle en acción entiendo que no puede tener otra. Mezcla de glam, ambigüedad, macarrismo, exhibiéndose como una fulana, saltando y contoneandose en la escena mientras se pimplaba una botellita de tinto. Ha madurado bien, se mantiene en forma. Los Addiction son la típica banda de rock, escándalos, drogas, malditismo, peleas, separaciones, reconciliaciones, sexo desordenado... pero por encima de todo, ayer tuve la certeza, unos adelantados a su tiempo que no tuve la fortuna de apreciar en su momento. Ahora mismo me siento incapaz de apuntar siquiera la complejidad de su música, poliedria y conexión.

Sus discos están ahí, inmortales e influyentes, prometo (ya lo estoy haciendo) recuperar el tiempo perdido y tatuarme el careto de Perry en la nalga derecha.

Os dejo un vídeo de la sensacional Three Days, 10 minutitos inolvidables, me apasionan los temas de largos desarrollos. Cuando te metes en una aventura de este tamaño es porque sabes que tienes dinamita entre los dedos. Cómo me lo paso.





sábado, 5 de junio de 2010

INTENTO POÉTICO NÚMERO UNO, QUE BIEN PUDIERA SER EL ÚLTIMO, O ENSAYO PARA UNA CANCIÓN AHORA QUE ESTOY AQUÍ SENTADO Y NO TENGO NADA MEJOR QUE HACER PARA SUPERAR EL MIEDO AL NÚMERO CIEN.

En la hora azul la ciudad se despedaza.
La navaja corta el ojo, el asta en la boca, la aguja
clavada en la mantequilla.


Una ventana abierta de par en par.
Sonríes odio, avisas un sueño nacarado, la patada
en la boca blanda.


Sirenas sobre tacones afilados, tu cara en el cristal.
Ginebra en el vaso, pezones como la miel, te cortarás
la planta de los pies.


Debiste ser más rápido al preparar la huída.
Lloras universo, las nubes en Granada, un disparo
siempre deja marca.


Ventanas despedazan cristales que huyen
Ventanas despedazan cristales que huyen


No te vuelvas a mirar, ya habrán llegado.
Sudor en las manos, huele a sexo, crujiente
como el celofán de un paquete.


Resbalando en la mala baba de la escalera de caracol.
Suspiras verde manzana, luna de ahogados, raspa
versos la pluma sin tinta.


Te he mordido el ligamento justo ahora.
Sangre en un portal, átomos arrancados, quebrados
sin solución aproximada.


El portazo, la pistola, la estrella confundida.
Miras incienso, paredes acolchadas, los gritos
se mueren hacia adentro.


Pistolas resbalan mordeduras que llegan
Pistolas resbalan mordeduras que llegan

jueves, 27 de mayo de 2010

HISTORIAS DE TELLERDA





QUÉ: Presentación del libro Historias de Tellerda, de José María Morales.
QUIÉN: Angélica Morales, escritora y actriz. Ramón J. Campo, periodista y escritor.
DÓNDE: Biblioteca de Aragón, c/ Doctor Cerrada, 22.
CUÁNDO: Viernes 28 de mayo de 2010. 19 h.15
CÓMO: Con cariño y buen humor.





domingo, 16 de mayo de 2010

UNA COLCHA RAYADA DE AZUL

Se echó a dormir, un poco antes de la hora acostumbrada, pensando en un tema para un cuento. Llevaba unos meses escribiendo y leyendo textos de otros colegas, se divertía de veras haciéndolo, salvo los días en los que no se le ocurría nada sobre lo que hablar. La tarde había sido larga y aburrida. Buscaba algo que le inspirase y le empujase efervescentemente al teclado del ordenador, ya casi nadie escribe en papel. Y ninguna idea se instalaba en su despoblada cabeza. Por eso, cuando se metió en la cama, se colocó mirando al oscuro techo concentrando su atención en un punto indefinido, tratando de ver no sabía muy bien el qué. Al poco tiempo se durmió desanimado. Despertó bien entrada la madrugada, al menos así lo sintió, y un par de cosas interesantes se le habían ocurrido. Ya lo tengo, casi dijo en voz alta, un hilo del que tirar. Y bien agarrado al mismo, volvió a dormirse. Al despertar por la mañana, no recordaba nada de lo que había pensado, de lo que había soñado, de lo que alguien, quizás, le susurró al oído. La próxima vez tengo que anotarlo. No sé porqué me empeño en guardar en la mesilla de noche los preservativos, me sería más útil una libretita y un lapicero, no sea que en el insomnio raye de azul la colcha.

 
Buenos días, querido lector. O buenas tardes, o noches. Para mí son días porque es por la mañana cuando te escribo. No sé si tú lo leerás por la tarde, por la noche, ni siquiera si lo leerás, con lo que el problema estaría resuelto. Tampoco el hemisferio en el que te encuentras. Tema para un cuento: La bipolaridad del tiempo. Como te decía, hola: Soy yo, el autor de las líneas que acabas de leer. He decidido tomar la palabra en lugar del narrador omnisciente que, con más pena que gloria, os estaba contando la historia de un pobre escritor de cuentos y sus problemas con las musas. No sé, me parece que le faltaba fuerza y he decidido cortar por lo sano, aparecer al frente del escenario y coger la rienda. Muchas veces nos escondemos detrás de nuestros personajes y hora es de que nos hagamos protagonistas, en primera persona. De este modo, comenzaré de nuevo.

Jaloza se echó a dormir, un poco antes de... Alto, alto, ALTO! Esto es intolerable. No voy a consentir que me quites del cuento, así, de un plumazo. Yo soy el autor del mismo, el que se echaba a dormir, el que soñaba con una historia perfecta. A mí me gustaba la historia tal y como estaba. Creo que prometía. Podías haber tirado por el camino de la realidad y la ficción, el ser y el deber ser, salpimentado con unas gotitas de sexo que ya introducía con lo de los preservativos. Querido Jaloza, me parece injusto que tomes la voz en esta historia que es la mía. Basta ya de usurpar papeles que no os corresponden. Si quieres hablar de ti, en primera persona, escribe una autobiografía, ególatra de mercadillo y deja en paz a los personajes de ficción. Este es nuestro mundo, nuestro único mundo. Tú tienes otro más allá de estas 15". Y si no te gusta, no es mi problema. Intenta cambiarlo. Déjame seguir con mi vida, con mi historia. Verás, me había quedado en lo del bolígrafo y la mancha sobre la colcha, metáfora blanca de otros fluidos no derramados en aquel lugar. Entonces se levantó angustiado...


Pero bueno, esto es lo último, lo que me quedaba por ver. Un personaje, un narrador que se rebela a su autor y decide contar la historia por sí mismo, al margen de mí. No, no, no. Como comprenderás no lo voy a tolerar. Eres un producto de mi imaginación, yo te di la vida y te la puedo quitar cuando quiera. Ahora me siento como Jehová antes del diluvio, antes de soplarle a un Noé que no vas a ser tú, lo del arca, los animales y no sé qué más. Date cuenta, personajillo, me basta desearlo para que tú ya no estés, es más, para que sea como si nunca hubieras existido. Bastantes problemas tengo ya... Querido lector, te pido disculpas. No era mi intención hacer objeto de este texto las pequeñas miserias de un escritorcillo aficionado. Buscabas algo de diversión y mira con lo que te has encontrado, un texto que reflexiona sobre el oficio de escribir y la disociación de la personalidad, tema para un cuento, por cierto. Meta literatura al fin y al cabo, nada nuevo, también es verdad.


Para Jaloza, para. No ves que a estas alturas te has quedado sin público, sin audiencia. Tu programa piloto resultó un fiasco y te ves vagando por los pasillos del ente en busca de un productor. Resultas patético. Tú y tu manía de no poner guiones, de no entrecomillar, de no usar la cursiva, al menos. El público dejó de leerte en el segundo párrafo, confundido, hastiado, aburrido de no saber quién habla ni qué le están contando. ¿Meta literatura? Estás loco. Eso ya no le interesa a nadie. Hace tiempo que la República Democrática Alemana ya no existe y a nadie interesan estas cuestiones. Hazme caso, no sé si aún estás a tiempo. Retoma mi historia, nuestra historia, si tú quieres y vuelve a narrar, a contar cosas. Oye, no te pongas triste. No te vengas abajo ahora. Y por Gutember... no apagues el ordenador. Déjame vivir, juntos podemos hacerlo. Mira.


Se levantó de la cama, confundido y sin saber muy bien qué difuso territorio estaba pisando. Decidió que una ducha fría le haría bien y se dirigió, todavía desconcertado, al cuarto de baño. Ese bulto debajo del pantalón del pijama le recordó cuánto la echaba de menos y el tiempo que llevaba sin abrazar a nadie... ALTO. De nuevo. (Soy Jaloza. Aclaración para los lectores menos despiertos si es que todavía me queda alguno) . Por aquí si que no voy a pasar. Recurrir a una burda escena de sexo onírico, onanismo bajo la ducha, otra perversión que se te-nos pueda ocurrir para lograr un público. No. No voy a rebajarme tanto. Y te repito, aquí el que manda soy yo. Así que ya está aplacando tus calores, orinas tranquilamente y nada más, y te diriges a la cocina a prepararte un cafecito bien cargado. Te hará bien. Ya lo verás. Vaya, ¿no dices nada? No te irás a enfadar ahora. Sois todos iguales. Muy gallitos y nada más que os retuercen la muñeca, ya no sabéis qué hacer. Vamos, di algo, no te quedes ahí mirándome.


Demasiado tiempo sin abrazar a nadie, se obsesionó con la Literatura y ella se fue. Daría un accésit en unos juegos florales de un ayuntamiento de tercera por poder besar su cuello, mordisquear sus orejas, lamer su... Se acabó. Soy Jaloza de nuevo. No vas a lograr nada ignorándome y profundizando en tu planteamiento erótico. Hasta aquí llegaste, pobre diablo. Hasta aquí. Punto final.

sábado, 8 de mayo de 2010

LA PRESENTACIÓN DE LIBROS MÁS LARGA DEL MUNDO

Esta mañana he tenido el placer de participar en el evento de referencia. Se encuadra dentro de la II Muestra de Pop Rock y otros rollos, y se seguirá desarrollando durante buena parte del día de hoy. ¿Que qué hacía yo allí? Pues de modesto presentador del libro Historias de Tellerda de José María Morales al que he tenido el placer de dar paso para que disertara, brevemente (eso sí) acerca de su obra.

Hay constancia gráfica del acto y quién sabe si algún día saldrá a la luz pública.

Aprovecho para informaros de la presentación oficial del libro, el día 28 de mayo a las 19h. en la Biblioteca de Aragón. Me imagino que sabéis dónde está. El acto correrá cargo de la escritora y actriz Angélica Morales y del también escritor y periodista Ramón J. Campo. Mejor imposible, de verdad.

Agradecer a Juan Luis Saldaña la organización del evento, tipo renacentista donde los haya, al que prometo seguir de ahora en adelante. Por cierto ¿Dónde se pilla La General?

domingo, 2 de mayo de 2010

BUÑUEL Y LA VELVET

Un buen amigo y mejor escritor, cuyo nombre no desvelaré de momento por un elemental ejercicio de discrección, tuvo la amabilidad de enviarme en primicia un relato que en breve se publicará en una obra colectiva.

Dicha obra gira alrededor de la temática, parejas de cine. El artista misterioso eligió el dúo Luis Buñuel y Catherine Deneuve, concretamente por su relación en la película Belle de jour. El resultado, además de altamente reseñable, me dio que pensar. La protagonista de la película, y secundariamente del relato, se llama Severine. Me vino a la cabeza el famoso tema de The Velvet Underground, Venus in furs, en el que también aparece este curioso nombre. ¿Casualidad? Parece que no.

El tema musical apareció en el primer disco de la mítica banda neoyorquina, The velvet underground & Nico, publicado en 1967. Y justo en ese año se estrenó la película del calandino. ¿Coincidieron Buñuel y Lou Reed en algún tugurio de NYC? ¿Se admiraban? ¿Tuvieron alguna novia en común?... Un escalofrío me recorrió al juntar las piezas del puzzle. Sería muy interesante indagar y profundizar en estas interrogantes, puede que algún día, de momento me basta con la emoción del chispazo en mi cerebro.

En la película y en la canción, incluso en el nombre de la banda, hay resonancias sexuales más que evidentes: El masoquismo, la dominación, el fetichismo, la prostitución... Seguramente todo se aclararía buscando un antecedente común en los dos artistas, existe a poco que se rebusque en la fuentes, pero a mí me gusta más pensar en Reed, Cale, Tucker, Morrison, Nico, Warhol, Buñuel y compañía bebiendo vino en la costa francesa o ginebra azul en un antro americano. Licencias poéticas. O la batería Moe Tucker y Buñuel rompiendo la hora en el Bajo Aragón, quién sabe si despertando a los vecinos en la Quinta Avenida.

Os dejo una versión en directo de Venus in furs, uno de los temas más morbosos y con más alto contenido erótico que yo me haya echado a las orejas jamás. En la versión original, inolvidable el violín de Cale a modo de latigazos en la piel de alguna joven virgen. Es una performance de la Exploding Plastic Inevitable, Warhol uniendo pintura, cine, baile, la fría belleza de Nico como la congelada de la Deneuve, el contoneo del poeta y fotógrafo Malanga, Nueva York, Lorca, la Generación del 27, la revolución sexual y unos cuantos maricones envueltos en pieles. Que Dios nos perdone a todos.

Querido amigo, date cuenta la que me has liado. En cuanto usted dé su permiso le pondré nombre y apellido. El Portolés del cuento pinta mujeres desnudas y a mí me encanta mirar por el ojo de la cerradura.



 Botas brillantes, brillantes de cuero

La niña del látigo en la oscuridad

Viene con un cascabel, tu esclavo, no le abandones

Golpéale, mi ama, y cura su corazón


 
Pecados aterciopelados sacados de fantasías callejeras

Compra los disfraces que ella llevará

Las pieles de armiño le dan aspecto imperioso

Severin Severin te espera allí



Estoy cansado, estoy aburrido

Podría dormir mil años seguidos

Mil sueños que me despertarán

Colores distintos hechos de lágrimas




Besa la bota de cuero brillante

Cuero brillante en la oscuridad

Lame las correas, el cinturón que te espera

Golpéale, mi ama, y cura su corazón




Severin, Severin, habla tan suavemente

Severin, ahí abajo, arrodillado

Saborea el látigo, de un amor que sale caro.

Saborea el látigo, ahora suplícame.




Estoy cansado, estoy aburrido

Podría dormir mil años seguidos

Mil sueños que me despertarán

Colores distintos hechos de lágrimas




Botas brillantes de cuero

La niña del látigo en la oscuridad

Tu esclavo Severin viene con un cascable, por favor, no le abandones

Golpéale, mi ama, y cura su corazón.

lunes, 26 de abril de 2010

CONCURSO RELATOS HERALDO

Tengo el gusto de publicar, en lo que se ha convertido casi en una tradición, el relato perdedor del último concurso del Día de San Jorge organizado por Heraldo de Aragón. Se llama Microscópico y habla de un aragonés ilustre. El año pasado le tocó a Goya. Y el que viene...

Te recuerdo de blanco lino y mal afeitada barba, guiñando los ojos bajo el abrasador sol del verano americano. Aquí hace frío y un pájaro desorientado me mira titubeante desde su acogedor agujero de madera. Al otro lado de la ventana, los arbustos parecen echarse encima de mí y me asusta enfermar de malaria y no regresar nunca más. Levanto la vista y veo palmeras, helechos y cien variedades que ahora me apena no reconocer. Y es Ramón y Cajal tomando las aguas en un balneario alfonsino, con su arrinconado ascensor al que ni las carpas del lago querrían ir a parar. Santiago se ríe a mi espalda, ahora debe andar en el Paraninfo, tableteando el embaldosado pasillo, cansado de mirar por el microscopio y no ver lo que sabe que debería ver. Le ha quedado el andar bamboleante de los que vivieron en un barco de vapor o fueron heridos por las flechas de los indios.

Nacimos por segunda vez aquel día del setenta y cinco en el que nos dijeron que preparásemos nuestras cosas, que embarcábamos hacia España. Flacos, ojerosos y magullados , formamos un improvisado concierto de tos y lágrima, abrazados en la penumbra del barracón, la mente en el horizonte de un mar inacabable. Ramón y Santiago, Santiago Ramón, los ramones como algunos nos llamaban, los inseparables amigos supervivientes preparando las maletas rumbo a casa.

Tú volviste a la Medicina, a estudiar, a investigar, a leer sin pausa, a vivir a ratos. Yo tuve que ganarme la vida como pude, tiempos de alambre para alguien sin recursos. Pasaron los años, muchos, demasiados, hasta que nos encontramos una tarde después del café, paseando por el Coso. Te reconocí al instante. Poco pelo te quedaba pero la misma mirada soñadora de siempre. Cuando te llamé por tu nombre algo brilló en tu sonrisa. Ramón, cuánto tiempo. Entonces me enteré de que te habías casado, que habías tenido dos hijos, Fe y Santiaguito, que habías estado en Madrid, en Valencia, que la gente venía de muy lejos para escuchar tus clases. Me sentí poca cosa, imposible no hacerlo ante un gigante como en el que te habías convertido.

Paseamos un rato, te conté de mi vida, te dije alguna mentira. Me invitaste a entrar en la Facultad, en tu despacho, en tu laboratorio. Andabas detrás de no sé qué cosa del sistema nervioso. Me dijiste mira y acerqué torpe y avergonzado mi ojo al microscopio. Nunca olvidaré aquellas imágenes. Sentí que estaba cerca de algo importante. Las manos me sudaban y sin querer me apoyé en una de aquellas plaquitas de cristal. No te preocupes, aparta un momento, voy a comprobar que no se ha dañado la muestra. Tu calva se abalanzó sobre el aparato, te quedaste callado. Al cabo de un tiempo opaco, levantaste la mirada y me pareció que aguantabas las lágrimas. Lo tengo. Cuando volviste del lugar al que te llevaron tus pensamientos, recordaste que yo estaba a tu lado. Perdóname, se hace tarde, me ha encantado charlar contigo, espero volver a verte.




miércoles, 21 de abril de 2010

EL FEISBUC, UN MILLÓN DE AMIGOS Y UN CHALAO.

Me acabo de topar con esto... y no sé cómo tomármelo. Me empiezo a preocupar o me lo tomo como un homenaje. Hay tanto desaprensivo...

No voy a negar que estoy nervioso. La primera vez es así. Llevo tiempo pensando en apuntarme a esto del feisbuc y después de unos días de estudiarlo... aquí estoy. Me gustaría tener un millón de amigos, como el de la canción. Me parece una cosa muy interesante esto de las redes, también lo profetizaron los de Objetivo ...Birmania cuando lo de los amigos de mis amigos son... mis amigos.Creo que de eso se trata. Espero vuestras solicitudes de amistad, enlazar de un sitio a otro, llegar hasta el último ser de la Tierra civilizada. Soy un tipo tímido, si esto lo hubiera yo conocido en mi época del instituto... Soy tan tímido que no me he atrevido a utilizar mi verdadera identidad y mucho menos a colgar mi foto, aunque no estoy nada mal.Me he permitido tomar como alter ego al conocido escritor zaragozano José Antonio Lozano, La fotaca de al lado, lo leí en una biografía apócrifa, es la de un tío segundo suyo, un primo de su padre al que le dio por la música y enrolarse en un grupete flamenco-rock de los setenta. Afortunadamente su gusto estético lo heredó de la rama materna.Pues nada, lo dicho, aquí estoy. ¿Qué se hace ahora? Espero tumultos de peticiones, ser amigos en la red y mañana cuando nos veamos en el trabajo, mirarnos a los ojos y sentirnos distintos, especiales. Pero ahora que lo pienso, no sabéis mi verdadera identidad, mi Peter Parker, o soy Spiderman... ¡Qué difícil es vivir en el futuro y cuánto tengo que aprender!Bueno, me da igual. Aunque no nos conozcamos de nada podemos ser amigos, así es esto del feisbuc y la vida moderna.

sábado, 17 de abril de 2010

AL RITMO DE JOAQUÍN

"El ritmo de los acontecimientos"
Joaquín Pascual (2010)



Los dos acordes de la guitarra eléctrica resuenan en el vacío. Alguien ha tenido un accidente y necesita recuperarse, tranquilamente, en un sanatorio donde quizás tome las aguas, donde a lo mejor recibe el sol en la cara sentado en una silla de ruedas. NO. Un grito le trae a este lado, tiene visita, la banda ha venido a tocar junto a él. La energía se libera en el espacio y parte en dos la velocidad mientras el tiempo se sienta a mirar. NO, de nuevo. Teclados y pandereta brillan en el espejo retrovisor, la chica insufla aire en sus pulmones llena de amor. El tren se detiene, va parando lentamente, es el final del viaje.




Una línea de teclado aparece lentamente acompañada de una guitarra. Una tarde de verano con un calor sofocante, casi puedes notar una gota de sudor que recorre tu espalda desnuda. Añoras el frío, desearías meterte en el frigorífico a la vez que el pulso se acelera, unas teclas empujan las palabras entre cubitos de hielo de formas irregulares. Vuelta a la tranquilidad para ver a la guitarra que se acerca despacito desde atrás. Un moscardón agarrado en una nota cae como un avión abatido por el fuego enemigo en un tazón de leche. Es el circo, El Niño Gusano y la parada de los hombres increíbles. Ya no podía esperarte más y tuve que salir corriendo. La voz se enfada y aporrea la guitarra en el eco del desierto.



Con la desnudez de una voz y una acústica, metido en un armario rebuscando entre las camisas olvidadas. Pocas palabras bastan para pintar una metáfora. Los cantautores han vuelto y Nacho Vegas esboza una sonrisa desde un rincón.



Despierto sobresaltado al ritmo de una eléctrica acelerada y un bajo saltarín que chapotea entre los charcos que dejó una tormenta en primavera. Preguntas sin respuesta y la soledad de alguien que busca un día más. Otra guitarra de fondo crea algo parecido a un muro de sonido, el rumor de la confusión y una mente aturdida por el tráfico de una ciudad inhóspita.



Descansar. Una acústica marina en el fondo del mar, el eco se envuelve en la lentitud que chorrean las gotas que resbalan entre las cuerdas. Lento resuena el vacío mientras el sol se sitúa en lo más alto, el mar es un espejo y un coro masculino me lleva al lejano oeste. Henry Mancini y el cine de los cincuenta. La espuma se confunde con los arbustos que recorren la polvorienta calle vacía. Los párpados se cierran acunados por un punteo eléctrico mínimo y la voz trae el coro a primer término en los raíles de un plano medio que se acerca. Funde en negro.



Mo Tucker se sienta en la batería, aporrea los timbales que le regalaron los de la Velvet y la pandereta que Sergio le tendió desde el cielo. Como no tenemos violines haremos Venus in furs con la guitarra, repetiremos el ritmo en este mundo tan pequeño. Brillantes botas de cuero. Búscame. La música se apacigua para que lo escuches bien. Si estás pensando abandonar... La trompeta de los gitanos te traerá de nuevo a casa.



Me gustaría tener la ayuda de Dios para contarte lo que quiero. Veamos. Trajiste la guitarra eléctrica acuosa que un día tiraste al mar. Si no te electrocutaste será que tienes un ángel custodio. Me imagino un arpa hecha de coral. Reverberación. Las olas del mar las fabricaron los de Polar. Ritmo en la guitarra y la voz susurra temblorosa. A cada hora tengo un accidente. Parón y vuelta a empezar. El atropellado ve su vida a cámara lenta en un doloroso flashback. El bajo acolcha el camino. Minuto dos, segundo diez. Ciento treinta segundos después la batería y el teclado te llevan al cielo. Un buzo impregnado de mercromina emerge desde el mar abisal, la luz está ahí arriba, el oxígeno vuelve a inundar tus pulmones. Y das vueltas y más vueltas, el pulso se acelera y caes hipnotizado. Yo la tengo, la Velvet otra vez. Hay canciones que valen un disco. Hay canciones que te hacen tragar las lágrimas. Y no era esto.



Despierto de nuevo en un déjà vu, el ritmo de la batería me sobresalta y me invita a salir corriendo. La voz canta con ímpetu, se dobla a sí misma con ganas, demostrando que es verdad. El platillo descarga la tormenta mientras ellos se besan con fuerza bajo la lluvia. Tantas veces lo vi en la pantalla.



Otra vez al borde del mar. Las olas nacen y mueren a mis pies, se repiten, se enredan, se suceden mansas y tiernas. La voz se hace coro aparentemente y acelera un poquito en el estribillo. Disfrutando lentamente en un amanecer equivocado de ocaso.



Basta de palabras. Un guitarrico que pudiera ser un ukelele, la voz femenina que hace un coro en el vacío resaltado por un punteo eléctrico. Y es el oeste, el desierto de La Mancha de viaje por Almería y la música de Algeró en las películas españolas de los sesenta. La acústica acaba con el ruido y sopla el viento por fin. Lo barre todo.



Una guitarra eléctrica triste, te la cambio por un banjo, agarrada por las bridas igual que un caballo que se marcha del pueblo. El bajo marca el ritmo de los cascos en el empedrado. Ha sido derrotado, se va sin lo que vino a buscar, sabe que ya no lo conseguirá. Eastwood masca tabaco. Muni y Paco ven caer el sol desde el porche de la casa. Barba de tres días jugando con una navajita que hace una pistola de un trozo de madera. Los frijoles borbotean a fuego lento en el puchero. La voz del protagonista se eleva sobre el coro. Hay que dejarlo todo bien hecho y bien dicho. Por lo que pudiera pasar.



Canción descarnada, esquelética, desnuda. La voz metida en un armario o en el blanco baño de un hospital. Tesis: No puedo contestar. Te lo intento explicar mientras paseo con el perro y el animalico... ya se sabe. Todo va pasando. La vida como un rasgueo de electricidad.



Ritmo acústico, punteo eléctrico, bajo y voz doblada. El vídeo mató a la estrella de la radio. Imágenes que otros pensaron por mí. Cabezas metidas en bolsas de papel nos impiden mirarnos a los ojos. El cielo y el perro nos engañaron. No sirve de nada rastrear en los demás. De nada.



Voz en alto que vibra, salgamos de debajo de la manta y levantemos la cara. Como se queda el mundo conmigo. En misa de once con las guitarras apoyadas en los muslos y el pelo lacio adornado con un lazo.



Enchufa, por favor. Una voz fuerte, casi enfadada. Ruido de fondo y un tambor aporreado. El rasgueo me araña la piel. Heroin mezclada con speed , aguja en vena, aspira, introduce, recorre y quema. Paz por un momento que se acelera enseguida. Blanco y negro. La noche y el día. No me quedaré a dormir, aún es de día y esta no es mi casa. La voz se ahoga dentro, el ruido desaparece al salir a la calle. Escapaste por poco. Tenías razón. Era de día.



Uuuuuuhuh la voz de Ana acaricia un teclado en medio de la eléctrica suave y lenta. Una nota marca la línea que se repite. Voz susurrada teñida de mercromina, otra vez. Dibújame un paisaje apocalíptico futurista con Mad Max viniendo a lo lejos. Ciencia ficción entre piedras calizas. El efecto amor. La melodía surge en el estribillo. Sorprende la complejidad estructural, una catedral hecha de palillos. Teclado sigue en línea recta y el bajo repite seis notas sin parar. The Doors acaban de chocar contra un cactus en el desierto de Arizona. Los buitres sobrevuelan y el espíritu de los indios resuena con la eléctrica que se impone desde atrás. Ruido creciente, son los pájaros que revolotean en lo instrumental. Acople y distorsión. Oigo disparos o será mi corazón.



Un punteo semiacústico y debajo una línea de ruido. Lo importante es dar amor a los demás, es tan sencillo. Emociona su recuerdo, el tiempo pasa y eso quedará. Misticismo detrás de la esquina. Sube la voz. Al menos lo intenté.



Llevo días perdido. No pienses en ello, no seas tonto. Acústica y voz. La melancolía se cuela por los surcos. Podría decirte que alguien ha muerto. Hay que volver a empezar. Las gotas de dolor supuran al fin, accidentes, pérdidas, cambiar los trajes y aliviar el luto. Me gustaría compartirlo. Puede que ya lo haya hecho.



Acabemos en alto. Doblaré la voz para hablarte de carreteras y mapas en el cielo. No queremos ser mejor que nadie. Me acuerdo, por último, quizás escuchar sea recordar, de My Bloody Valentine y su Loveless. Maravillosa la voz femenina, no sé cómo llamarlo. Me gustaría cerrar los ojos y tumbarme en la hierba húmeda. Joaquín también hace el coro. Ya somos tres. Cierras la contraportada del libro y te quedas con él un rato entre las manos, apoyado en el pecho, resistiéndote a volver a la vida real que se empeña en despertarte.

jueves, 15 de abril de 2010

UNA SONRISA TERRIBLE

No podía creer lo que estaba viendo. Y eso que lo tenía ahí, a escasamente un metro de su vista, en el trozo de césped que se esforzaba por dar un poco de naturalidad a la gran ciudad. Se la encontró en uno de los bancales que separaban la acera del asfalto y pasada la inicial incredulidad, agachándose un poco para confirmar su primera impresión, vio que no le engañaban sus ojos. Era una dentadura. Para ser más concretos, la mitad de una dentadura, con su material sonrosado y su hilera de dientes. Allí estaba, una hermosa media dentadura, boca abajo que parecía estar pastando, entre una colilla, una caca de perro y una chapa de Coca-cola.

Lo que más le llamó la atención es que se encontraba en perfecto estado, reluciente, incongruentemente limpia para hallarse en tal situación de abandono. No hubiera podido precisar si se trataba de la parte superior o de la parte inferior, sus escasos conocimientos odontológicos no daban para más. Su aproximación a este mundo, al menos hasta este momento, se limitaba a la admiración infantil que le producían los colmillos de Drácula, al lejano recuerdo del ratoncito Pérez y a sus traumáticas y esporádicas visitas al sillón de su vecino dentista. Unas cuantas muelas por aquí, unos incisivos por allí y una inmaculada prótesis de un bello rosa anaranjado, era lo que tenía frente a sí.

Vencida la sorpresa y el asco inicial, se decidió a coger el artilugio con la precisión de un neurocirujano, utilizando pulgar e índice de la mano derecha previamente protegidos por la enorme hoja caída de un plátano adyacente. La miró, la remiró, le dio la vuelta. Sí. Una obra de arte de la estomatología, un bello ejemplar que bien merecía otro destino más allá del que el azar le había otorgado. Casi podía aventurarse a confirmar, en los foros científicos correspondientes, que aquello que brillaba eran restos de saliva. Esta idea le produjo un escalofrío que le hizo soltar de inmediato su hallazgo, su pequeño tesoro. Este cayó desordenadamente a tierra, al lado de sus eventuales y menos sofisticados compañeros, quedando con una expresión de desamparo que le produjo lástima. Rápidamente se agachó de nuevo para comprobar que la sonrisa estaba intacta. Suspiró aliviado. Una conversación a su espalda, el ruido de un coche ajeno a la tragedia, el traqueteo de unos tacones le sacaron de su ensimismamiento y le devolvieron al aquí y ahora. A punto estuvo de meterse el aparato en la boca cuando quiso alejarlo de indiscretas miradas y de explicaciones incomprensibles. Un rastro de cordura depositó el marfileño conjunto en el bolsillo de su pantalón.

Le costaba hacerse una idea de cómo habría ido a parar hasta allí y eso que él no andaba mal de imaginación precisamente. Que se lo preguntaran a su prima Montse para que recordara las tardes de verano, a la hora de la siesta en el desván de la casa de la abuela. Había oído historias acerca de dentaduras olvidadas en un vaso, encima de la mesita del cuarto de alguna putilla al que había ido a parar un abuelete deseoso de recordar vigores olvidados. Dentaduras guardadas en un pañuelo, en el bolsillo de la americana del familiar que aguardaba la salida, que no se produjo, del quirófano. Prótesis rescatadas por el codicioso incinerador justo antes de que el fuego consumiera para siempre el cuerpo sin vida. Piezas dentales arrancadas para no dejar rastro que seguir por la policía, en la investigación de un crimen no resuelto, quién sabe si aún por cometer. Dentaduras de un ser amado reutilizadas obligados por la penuria y una pizca de fetichismo. Historias increíbles que no podían justificar la presencia de su media sonrisa.

Mientras se alejaba del lugar de los hechos, ocupado en darle una explicación a lo sucedido, el politono de su móvil le arrastró de nuevo a ras de suelo. Cuando lo extrajo del bolsillo del vaquero, justo un segundo antes de contestar, se dio cuenta de que la dentadura volvía a recobrar su libertad bajo la incrédula mirada de un paseante. El encontronazo del diente con el asfalto y de los ojos del mirón con su conciencia no quedaron sin consecuencias. Una mella en el esmalte y una irresistible sensación de vergüenza fueron la respuesta. Se sentía un fugitivo, un apestado que guardaba un secreto y que en cualquier momento podía ser interrogado acerca de aquel disparate. No podía seguir así. Decidió acabar con la situación devolviendo al incómodo pasajero al lugar donde lo encontró y que no debió abandonar.

Dando la espalda al lugar del crimen, imaginó aquella mitad en la hermosa boca de una joven, víctima años atrás de un terrible accidente que la obligó a reconstruir su expresión. Pensó en los dientes que echaban de menos a sus compañeros de viaje, añorando el entrechocar de su pareja, sintiéndose huérfanos y ortopédicos. En la dentadura que había malogrado la carrera de un actor que no superó con éxito la prueba para su incorporación a la compañía de teatro de vanguardia. En aquella madre que no pudo contar el cuento de costumbre al niño reticente al pijama y las buenas noches. No merecía aquel final. Debía buscar una solución al enigma recurriendo, si era necesario, a las fuerzas del orden y a los medios de comunicación. Animado por esta idea deshizo el camino de la huída. Cuando llegó al escenario, el protagonista ya no estaba. Pese a la angustia que sentía, no pudo dejar de fijarse en unos ojos que esquivaban su mirada, en algo parecido a una mueca de felicidad.

domingo, 4 de abril de 2010

DOMINGO DE RESURRECCIÓN

En Sevilla a las cinco de la tarde de muchos días como hoy, la gente se arremolinaba en la plaza para ver a Curro Romero torear y aguardar el milagro.

En Zaragoza al mediodía he visto a un buen amigo tocar el tambor a cara descubierta proclamando que Cristo ha resucitado y que todos tus pecados te han sido perdonados.

En Huesca, bien de mañana, El Diario del AltoAragón publicaba la segunda parte del serial que cuenta las andanzas de una familia durante casi cien años sin soledad. Letras impregnadas de sentimiento religioso. O algo así.

http://www.diariodelaltoaragon.es/SuplementosNoticiasDetalle.aspx?Sup=1&Id=622949

EL UNIVERSO Y ANTONIO ARIAS

Vi un cartel en la puerta de un bar de bocadillos. Antonio Arias, Multiverso. Café Hispano. Pensé que el maestro iniciaba gira en solitario, en plan cantautor con su guitarrica para espacios íntimos. Nunca vi un concierto en el Hispano e imaginaba audiencias maduritas tomando cafés con unas gotitas mientras el líder de Lagartija Nick recitaba sus canciones sobre una silla de mimbre. Error.

Por una de estas casualidades, un día acabé en el myspace de un grupo zaragozano que contaba con Antonio Arias como amigo. Rápidamente cliqué y me encontré de golpe en mitad de las galaxias. Multiverso es la nueva propuesta de Don Antonio, un disco conceptual y que me perdonen, que gira, gravita y levita entre las estrellas y los telescopios. Casi había olvidado la cita zaragozana y a punto estuve de perderme uno de los conciertos más interesantes de los últimos meses.

Clásica formación rockera en escenario de bolsillo y audiencia familiar. Acodado en la barra, a escasos metros de los músicos, disfruté del buen hacer y las ganas de uno de los referentes de la escena musical española de las últimas décadas. No hablaré de Omega ni de Morente ni de Val del Omar ni de Lorca... Todo está escrito ya. Lo que sí me gustaría reclamar es un poco de atención para su última obra, esta singular mezcla de ciencia, poesía y distorsión. ¿Belleza? Una pena que los decibelios en exceso impidieran paladear las sensacionales letras de Multiverso. Leo que las han escrito astrofísicos, poetas, científicos de constelaciones adyacentes a la de Arias. Joyitas engarzadas en polvo cósmico.

Y no es lo que quería contar. Me sentaba para decir que tras el decepcionante Larga Duración me he reconciliado de nuevo con este monstruo de la escena y sus nuevos compañeros de viaje. Que si no sabemos apreciar esta aventura... mal vamos. Con algo más de rodaje la nueva formación puede dar noches de gloria. Mención especial a los dos bises que nos regalaron, una impagable versión de Paperback writer de los Beatles y de un tema de los granaínos Los Ángeles, si mal no recuerdo.

Acabar con mención especial a los teloneros, los zaragozanos El hombre lento, realmente interesantes y con un directo demoledor.

El vídeo es gentileza de gmolino, omnipresente en las actuaciones musicales de la noche zaragozana. El próximo día prometo saludarte y espero que inmortalices mi careto junto al de alguna estrella del rock patrio.



miércoles, 31 de marzo de 2010

YA ES PRIMAVERA EN NARRATIVAS


El número 17 de Abril-Junio 2010 de tan prestigiosa revista ha llegado. Tengo la suerte de aparecer con el relato Sexo, cárceles y un soplo en el corazón. O de como entre lo más duro hay espacio para la ternura.

Les invito a visitarla y a disfrutar con sus contenidos.

Gracias.

http://www.revistanarrativas.com/

martes, 23 de marzo de 2010

UNA DE TIROS

Se refugió en la nave industrial abandonada. Sabía que no iban a tardar en llegar y buscó el mejor escondite para recibirles como se merecían, con una tormenta de fuego y muerte. Apretó con rabia la culata de la pistola, intentando sofocar el dolor que le provocaba la herida en la pierna. Rechinó los dientes, si no conseguía acabar con ellos rápidamente, el balazo iba a terminar el trabajo que había empezado hacía una hora. Entonces oyó el ruido del motor y el chirriar de los frenos cuando el vehículo se detenía delante del portón. Plam, plam... plamm. Retumbaron tres portazos en el vacío. Imaginó a los tres sicarios descendiendo del coche y echando mano de las pistolas que guardaban bajo la chaqueta, intentando no emitir ninguna señal más que pudiera darle pistas de sus intenciones. Se agachó todo lo que pudo y contuvo la respiración, le parecía increíble que no hubieran dado ya con él, guiados por el estrépito de los latidos de su corazón. Tomás, eres un hijo de puta y por fin alguien te va a dar tu merecido, le había dicho no hacía mucho, todavía le parecía estar viendo la mirada de odio que le había dirigido mientras le disparaba. Sintió un movimiento a su derecha y casi por instinto se levantó y buscó con la vista al que lo había hecho. Disparó una vez, no podía fallar pues los otros ya sabrían dónde se ocultaba. La bala rebotó en la pared pero hizo que aquel cabrón se tirara al suelo y acabara por delatarse. Con la segunda no falló. Un tiro certero en su puta cabeza, un gritito ahogado, una salpicadura en la pared y un gran charco de sesos alrededor. Se acabó. Eres un bastardo, un maldito bastardo... es lo último que escuchó antes de que las palabras enmudecieran con el sonido de las armas. Una y otra vez, una y otra vez... El mismísimo infierno parecía estar allí. Silencio. Polvo. Un olor acre y el sabor a miedo. Sal cabrón, sal y da la cara por una vez en tu puta vida. ¡¡¡ Los cojones!!! Se levantó y volvió a disparar, a ciegas, con rabia, sin éxito. No tuvo la misma suerte que antes, no le extrañaba, asumía que era un perdedor y la próxima víctima. Eso sí, a alguno de estos dos, me lo llevo por delante. Venid de uno en uno, maricones, estoy solo, ya sabéis que estoy solo. Ni lo sue... La bala le atravesó la garganta. La siguiente, el corazón. Cayó a tierra como un saco de mierda, un pelele con una extraña mueca en la cara, un payaso. Te voy a matar, te voy a matar... bam, bam, bam... Se arrodilló detrás de su parapeto salvador. Quería llorar, sentía el terror rondando por sus tripas, intentó recomponer el ánimo y no malgastar ninguna de las tres balas que le quedaban. Tres balas para un pistolero, sonrió. Ven si tienes huevos, Marquitos, ven que te voy a romper el agujero del culo que sé que te gusta. Y Marquitos le cayó encima con un desgarrador grito, le golpeó en la cara con la pistola y casi le aprisionó con el peso de su cuerpo. Lástima que no lograra inmovilizar su mano derecha. Uno, dos, tres balazos a bocajarro, en su fofa tripota. Se desangró como un cerdo. Lo apartó como pudo y le escupió en la cara. Lo había conseguido. Había salido vivo. Tenía que salir de allí y buscar un médico que le echara una mano. Entonces sintió el frío en su nuca. Antes de volverse ya sabía lo que era. No puede ser. Le encañonó en la frente. Aquello era el final. De una patada en la boca le tiró al suelo. Escupió sangre. Bam. Ahora tenía una herida en cada pierna. No me mates, no me mates. Lloró como el día que perdió a su madre. Ahora le iban a llorar a él. El destino le había jugado una mala pasada haciendo que pensara que eran tres matones, cuando en realidad eran cuatro. Dos puertas que se cierran a la vez, parecen una. Plamm.



lunes, 8 de marzo de 2010

ESCALES

Una ciudad agujereada tiene que ser una gran ciudad. A cualquier hora del día, a cualquier hora de la noche, un lunes, un viernes, con calor o con un frío desconocido, mientras el tráfico se estrangula o corren despreocupados los sudorosos maratonianos, pensando que queda mucho por andar o sabiendo que es aquí, después de pintar un lienzo de verde y de colocar teselas de cerámica alrededor del marco desde el que nunca me dirás adiós, bajando los peldaños o subiendo la escalera mecánica, cientos, miles de personas desaparecen todos los días por las bocas desdentadas, oscuras y cálidas como la galería de una mina rellena de grisú apenas iluminada por un frontal anticuado, haciendo que la vida sea más soportable, aligerando la carga del hoy tampoco sucederá, tamizando los grumos de la confitura de tomate con la que rellenarás un bocadillo de diseño, deshaciéndose lentamente, desinflándose como el tiempo daliniano que recorre tu espalda desnuda, formando una coreografía inconclusa en un pentagrama de notas imposibles que huyen en desordenada fuga, y es la arena de un desierto lleno de escorpiones, que matará a tu madre desprevenida, colándose por el cedazo de un loco que busca pepitas de oro en los ríos agotados de Mountain View, pulgas domesticadas que rebotan en la lona una y otra vez, en un circo macabro de gira perpetua alrededor de la nada, saltimbanquis con la cara pintada de blanco y el miedo agarrado en la mirada.

Si me dejaran haría agujeros en todas las ciudades. Buscaría ejércitos de hormigas que me ayudaran en mi incomprendida tarea, daría patadas a las inevitables ánforas romanas repletas de un vino picado que alguien robó de un barco hundido en altamar, haría galerías interminables en las que colgaría cuadros inacabados que buscan el camino de vuelta, trazaría rutas sin destino a brochazos ciegos para deslizarme entre las ratas que comen el pan que una muchacha conservaba entre sus pechos, lo llenaría todo de raíles paralelos condenados a entenderse, dobles y simétricos bajo el asfalto por el que la muchedumbre circula evitando caerse como Alicia sin maravilla.

Las avenidas se han ganado el derecho a descansar. Las personas sin paisaje desaparecen de mi vista, aligeran la carga de la arquitectura del silencio, descienden y supongo que ascienden al cabo de un rato aunque nadie me lo ha podido asegurar. Me acuerdo de los buceadores de un mar de cuento que se sumergían buscando perlas a pleno pulmón. Los ciudadanos volverán de la profundidad abisal en cuanto noten que les falta el aire, que las perlas son de plástico y que los músicos que rellenan los túneles son de cartón. El saxofonista miente jazz y vende jirones de algodón al que se pare a mirar. Derecha. Izquierda. Un orden no escrito que debes respetar para no terminar engullido por el ojo luminoso que sale del túnel. La nieve se ha enfadado y empieza a caer por allí arriba, quiere aplastar el suelo, atrapar a los que buscaban la huída. Copos feroces para terminar con un mundo de color y devolvernos al cine mudo que deja un rastro gris y sucio que huele a humo y barro. Centenarias torres acostumbradas a esperar bromean con los modernos rascacielos iluminados para el carnaval. Piedras negras enfrentadas al cristal de hierro. Si tuviera que apostar.

Ilusionistas de domingo esconden palomas en el hueco de las camisas, una mujer harapienta, la ves, ya no la ves, un grupo de japoneses atosigados, los ves, ya no los ves, cráneos estrellados cuatribarrados sobre tirantes que van a un concierto, los ves, ya no los quieres ver, suben, los ves, bajan, no los ves, fotografías que pasan a toda velocidad reflejadas en las ventanillas que nadie limpió, miras al suelo que no ves, suspiras al cielo que no ves, trocitos de hielo clavados en la garganta, deberíamos terminar la cubierta de una vez, se pone todo perdido y alguno se va a romper la cabeza, las grúas con su esqueleto amarillo llevan tejas de un lado a otro, las ves, ya no las ves, una esponja de coral que se alarga lejos de la sal y de los barcos de recreo en los que se suicidan los turistas insatisfechos, ¿lo ves?, el violinista que saltó del tejado y cayó en un plato vacío de monedas que no ves, el carterista que vuelve del trabajo y se empeña en no meter la mano en el bolsillo del pantalón de un ceñido vaquero, perdón, ¿no ve por dónde anda?.

Y siempre es así. Tarde o temprano te encontrarás con lo que creíste dejar atrás. La tristeza se quedó flotando por ahí, apoyada en el hombro de un niño, colgada de la barandilla llena de gérmenes, entre la cabina del conductor y la pared por la que se escurre el rastro de la nieve o de una gotera nada poética. Algún día la ballena expulsará al muñeco de madera que terminará a lomos de un lagarto multicolor, entre columnas retorcidas como tus intenciones y negras como el fin que nos aguarda. No le gustaba escuchar los latidos de su corazón. Por eso, el día que se murió descansó definitivamente. Las pompas de jabón suben, la nieve baja, las escaleras.