jueves, 19 de marzo de 2009

VIVIR EN LOS PRONOMBRES





Para él, el verdadero placer era vivir en los polígonos, nada de pronombres. Cuadrados, rombos, octaedros... Eso sí que era vida y no la de la gramática. Las palabras eran tan volubles, altivas las más de las veces, poco dadas a la planificación y el orden. Todo lo contrario a lo que pasaba en la Geometría. Un triángulo era un triángulo. Sí, ya sé. Que si escaleno, que si rectángulo. No vamos a ser tan estrictos. Un poquito de variedad de vez en cuando no está mal. Pero siempre alguno de la familia, de confianza. A lo sumo un pentágono, en el colmo de la excentricidad, con su hipotenusa y todo. Hipotenusa, quién no se enamoraría de ella con ese nombre. Había tenido malas experiencias con los adjetivos y los tiempos verbales. Masculino, femenino... ¡Hasta neutro! Lo que no se les ocurra a éstos. Por no hablar de los artículos y su irremediable tendencia a pasar siempre primero. ¡Qué groseros! No se podía esperar otra cosa de gente así, literatos, artistas y otros de tal pelaje. Dame números, tan ordenaditos, tan racionales... Lo que no puedas medir ni lo tengas en cuenta, le decía más de una vez su madre, Doña Recta. Y nunca se olvidó de tal enseñanza. Nació siendo un punto pero pronto enderezó su camino y antes que estar a los pies de las letras decidió ser el nexo de un decimal, el principio y fin de un poliedro. Como Dios manda.

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