sábado, 15 de enero de 2011

COITUS INTERRUPTUS

“Buenas noches. Somos Triángulo de Amor Bizarro y vamos a daros por el culo.” Como presentación y declaración de intenciones no está nada mal. Fueron las únicas palabras que dirigieron al respetable, al margen del “gracias” de la despedida.

Se respiraba ambiente de expectación, creciente a medida que pasaban las 10 de la noche, hora habitual no escrita del inicio de los conciertos en la sala. Yo había salido de casa hacía media hora, sumergiéndome en la fría noche zaragozana. A la vuelta noté menos frío, debía ser por el aturdimiento sónico, no creo que la única triste cerveza que me tomé tuviera efectos tan caloríficos. Al llegar había más gente fuera que dentro, ya sabéis, los fumadores se tienen que buscar la vida al aire libre. Era mi primer concierto sin humo y no sé qué deciros. Por un lado se agradece volver a casa y no tener que ahorcar la ropa en la terraza, y por otro el humazo le da ambientillo al rocanrol, los canallas bajan bastante sin un cigarrito entre los labios.

Son 12 euritos, amigo. Precio de grupo grande para lo que se estila en La Casa. Ni un triste puesto de merchandaising que echarse a la cara. Cuando me vengo arriba y me emociono, siempre me llevo debajo del brazo la camisetica de rigor. Tampoco me gustó que la entrada fuera como lo que me dan en el polideportivo cuando voy a jugar a baloncesto, no podré guardarla entre mi recién estrenado álbum de recuerdos musicales. Un triste papel color sepia.

En contra de mi costumbre no me situé en el lateral izquierdo para ver en escorzo a los músicos. Tenía estudiado que el teclista se situaba en ese lado y eso me impediría la visión adecuada de la pareja cantante. Por eso decidí colocarme de frente, ligeramente escorado a la derecha a pesar de que los altavoces me tapaban la cara de Rodrigo, en cambio así sería mejor zarandeado por el que presumía ruido atronador. Siempre me quedaba la opción de irme al otro córner a ver qué tal. Me apoyé en una columna e inspeccioné el escenario: Batería, teclado, bajo, dos o tres guitarras y unos hermosos amplis. Pedales a mogollón. Me dispuse a esperar, al entrar había visto al batería y otro par de colegas dirigirse al bar de tapas de al lado, me imagino que no sólo de música vive el hombre. Suenan los Sonic Youth, la Velvet, los Smiths... y los minutos pasan tranquilos. Poco a poco la sala empieza a registrar una buena entrada, luces azuladas para dar atmósfera a la plataforma.

A las 10h 20 minutos salen los chicos. Aplausos. Son más guapos al natural que en las fotos y los vídeos. Isa, más bajita de lo que pensaba, luce un vestidito floreado casi veraniego. Rodrigo, -de negro riguroso, camiseta de manga corta y barba de tres días o cuatro-, es más alto de lo que imaginé. Bajo y batería también lucen sendas camisetas. Encima de un escenario siempre es verano. Arrancaron con ímpetu, trallazos de electricidad marca de la casa. La voz del chico no se escuchaba demasiado nítida, una pena no poder disfrutar de algunos impagables estribillos. Por el contrario, a Isa que va excelentemente maquillada según distingo desde mi miopía, se la escucha aceptablemente. Noté algún bajón durante ciertos momentos de la actuación, me hubiera gustado que el sonido fuera más potente. No sé qué me pasa últimamente que los decibelios no me golpean en la tripa, será que me estoy quedando sordo o es que tras pasar por las manos de Mogway y su brutalidad sónica, todo me sabe a poco. Así fue con Antonio Arias, con Los Planetas... con los mismísimos Iron Maiden.

El orden de las canciones me gustó, intercalaron algún temita más relajado con pandereta y todo, y dejaron para el final buena parte de la tralla que llevan dentro. Quizá la cosa resultó algo fría, en mi pueblo no somos la alegría de la huerta, y cuando la muchachada se animaba a dar algún bote y meneaba la cabeza con brío al son de los hits más reconocibles, el espectáculo entró en su recta final. Y es que llevábamos poco más de tres cuartos de hora cuando el súper cool flequillo de la melena de Isa empezaba a dejarnos huérfanos. Un grupo de oscuros, alguna celebridad pasada de la escena musical zaragozana, alguna otra emergente... empezaban a calentar motores cuando con un brutal acople final al ritmo de “El crimen: cómo ocurre y cómo remediarlo”, con la bajista arrodillada y las guitarras en feedback, retorcidas como serpientes a lo Lee Ranaldo, se metieron en el camerino. Allí quedó Isa descargando el infierno en nuestros oídos y haciendo que yo me pegara a la pared, por si acaso cumplía su amenaza inicial. Al momento, el resto de sus compinches volvieron para, tras saludar a la gente con la mano, acometer el tema final de la noche –supongo que adelanto del nuevo trabajo- enlazando sin un momento de pausa ni silencio y ofreciéndonos el mejor instante de la noche. Rodrigo cantó en el micro de Isa y entonces se le entendió mucho mejor.

Me quedé con ganas de más, nos quedamos. Sin llegar a la hora de actuación ya nos estaban echando a la calle. El grupo ha mamado espíritu punk, 29 minutos su último cedé –Año Santo- y los conciertos los despachan con igual rapidez. Por cierto, noto cierta similitud entre el cartel de las Fiestas del Pilar 2010 y la bonita portada del disco mencionado. Será casualidad o un homenaje entre artistas. Pues nada, que esperamos verles pronto de nuevo, en mejores condiciones y con tantos minutos que tengamos que pedirles que se vayan a casa, que no son horas.


 




No hay comentarios: