Tengo el gusto de publicar, en lo que se ha convertido casi en una tradición, el relato perdedor del último concurso del Día de San Jorge organizado por Heraldo de Aragón. Se llama Microscópico y habla de un aragonés ilustre. El año pasado le tocó a Goya. Y el que viene...
Te recuerdo de blanco lino y mal afeitada barba, guiñando los ojos bajo el abrasador sol del verano americano. Aquí hace frío y un pájaro desorientado me mira titubeante desde su acogedor agujero de madera. Al otro lado de la ventana, los arbustos parecen echarse encima de mí y me asusta enfermar de malaria y no regresar nunca más. Levanto la vista y veo palmeras, helechos y cien variedades que ahora me apena no reconocer. Y es Ramón y Cajal tomando las aguas en un balneario alfonsino, con su arrinconado ascensor al que ni las carpas del lago querrían ir a parar. Santiago se ríe a mi espalda, ahora debe andar en el Paraninfo, tableteando el embaldosado pasillo, cansado de mirar por el microscopio y no ver lo que sabe que debería ver. Le ha quedado el andar bamboleante de los que vivieron en un barco de vapor o fueron heridos por las flechas de los indios.
Nacimos por segunda vez aquel día del setenta y cinco en el que nos dijeron que preparásemos nuestras cosas, que embarcábamos hacia España. Flacos, ojerosos y magullados , formamos un improvisado concierto de tos y lágrima, abrazados en la penumbra del barracón, la mente en el horizonte de un mar inacabable. Ramón y Santiago, Santiago Ramón, los ramones como algunos nos llamaban, los inseparables amigos supervivientes preparando las maletas rumbo a casa.
Tú volviste a la Medicina, a estudiar, a investigar, a leer sin pausa, a vivir a ratos. Yo tuve que ganarme la vida como pude, tiempos de alambre para alguien sin recursos. Pasaron los años, muchos, demasiados, hasta que nos encontramos una tarde después del café, paseando por el Coso. Te reconocí al instante. Poco pelo te quedaba pero la misma mirada soñadora de siempre. Cuando te llamé por tu nombre algo brilló en tu sonrisa. Ramón, cuánto tiempo. Entonces me enteré de que te habías casado, que habías tenido dos hijos, Fe y Santiaguito, que habías estado en Madrid, en Valencia, que la gente venía de muy lejos para escuchar tus clases. Me sentí poca cosa, imposible no hacerlo ante un gigante como en el que te habías convertido.
Paseamos un rato, te conté de mi vida, te dije alguna mentira. Me invitaste a entrar en la Facultad, en tu despacho, en tu laboratorio. Andabas detrás de no sé qué cosa del sistema nervioso. Me dijiste mira y acerqué torpe y avergonzado mi ojo al microscopio. Nunca olvidaré aquellas imágenes. Sentí que estaba cerca de algo importante. Las manos me sudaban y sin querer me apoyé en una de aquellas plaquitas de cristal. No te preocupes, aparta un momento, voy a comprobar que no se ha dañado la muestra. Tu calva se abalanzó sobre el aparato, te quedaste callado. Al cabo de un tiempo opaco, levantaste la mirada y me pareció que aguantabas las lágrimas. Lo tengo. Cuando volviste del lugar al que te llevaron tus pensamientos, recordaste que yo estaba a tu lado. Perdóname, se hace tarde, me ha encantado charlar contigo, espero volver a verte.
3 comentarios:
Hace dos años que me pareció un fraude este concursete, ya no participo, y éste es otro ejemplo. No considero que ninguno de los ganadores sea mejor.
Por cierto, estás guapo en la foto que te he publicado
Emotivo y sensible, además de original.
¿Qué dijo el tellerdano?
¿Qué descubrió el secreto del cocido?
PD Si, yo también le encontré más jovial y muy mejorado de lo suyo en la fotografía.
Abrazo culé. Hoy es el día.¡Espartanos!.....
No me resisto a que su señora madre vea cumplida la emoción de ver el nombre de su hijo en ese Periódico en el que uno no está muerto si no sale su esquela confirmándolo.
El año que viene debe usted volver. Ya sabe que Berbi y Borrás no lo harán hasta que su madre llore de emoción.
Aunque si yo tuviera a su madre al lado le diría: "Señora, si se compra usted el periódico de Huesca verá el nombre de su hijo escrito. Y además, lo mejor está por venir..."
Abrazos
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