Un poquito de heavy metal nunca hace daño. Un chico de barrio crece oyendo estas cosas y luego, pasa lo que pasa. Nunca me atreví a llevar greñas, ni siquiera tuve dinero para comprarme una de esas camisetas negras tan molonas, pero mi corazón era de la doncella.
Todavía disfruto con estos melenudos y sigo su ritmo con la cabecica en los conciertos al uso, aunque me equivoque y me vaya antes de tiempo... Parafraseando a Alberti, yo crecí con los Maiden, ¡respetadme!.
¡UP THE IRONS!
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